Texto para ser leído antes del piazzato de Oresteia

Un repaso rápido sobre La Orestíada, la trilogía de Esquilo sobre la que Xenakis construye su ópera.
 
En la primera parte Agamenón, el héroe, regresa victorioso luego del saqueo de Troya. Es recibido por Clitemnestra, su esposa, quien se deshace en falaces demostraciones de elogio y admiración. Persuadido , entra al palacio caminando sobre un tapiz. Se trata del mismo tapiz que Clitemnestra utiliza más tarde, a modo de red, para envolver a Agamenón en el baño, inmovilizarlo y darle muerte . Inmediatamente después, ella comparece triunfante ante los Ancianos e intenta justificar su crímen alegando que con él , ha vengado la muerte de Ifigenia, a la que Agamenón había mandado inmolar a los dioses con el fin de contar con vientos favorables durante su travesía a Troya. El dolor por la pérdida de su hija no es el único móvil que impulsa a Clitemnestra a asesinar a su marido: durante su ausencia, ella ha tomado por amante a Egisto, el peor enemigo de Agamenón, y, por consiguiente, se enfrenta al temor que le inspira una posible venganza . Frente a los Ancianos se jacta de su crimen , pero muy pronto, estos sentimientos dan paso a la depresión. Los Ancianos se oponen al asesinato, Egisto quiere callarlos mediante el uso de violencia. Clitemnestra lo disuade. suplicando ‘basta ya de muertes’ .
La segunda parte de la trilogía, Las Coéforas, está dedicada a Orestes quien fue desterrado de Argos por su madre cuando era muy pequeño. Se inicia con una escena en la que Orestes, junto a la tumba de su padre se reencuentra con su hermana. Electra abriga una encarnizada hostilidad contra su madre. Llega allí con las esclavas a ofrecer libaciones sobre la tumba de Agamenón. Clitemnestra las ha enviado después de tener un sueño horripilante que la estremece de espanto. Es el coro de estas esclavas el que insinúa a Electra y a Orestes que, para que la venganza sea completa, deben matar no sólo a Egisto, sino también a Clitemnestra. Estas palabras no hacen más que ratificar el mandato que le fuera impuesto a Orestes por el Oráculo de Delfos, 
Orestes se hace pasar por un caminante extranjero y, en compañía de su amigo Pílades, va al palacio donde, confiando en no ser reconocido, le anuncia a Clitemnestra que el mismo ah muerto. Aunque Clitemnestra da rienda suelta a su dolor, no parece estar convencida de la veracidad de la noticia. Manda llamar a Egisto con la advertencia expresa de que acuda escoltado por su guardia. El Coro de Esclavas la convence de que suprima esta última advertencia. Por esta razónn Egisto llega solo y desarmado. Orestes lo mata. Un sirviente informa a Clitemnestra de la muerte de Egisto, y ella misma sintiéndose en peligro, pide que le traigan sus armas. Orestes, amenaza con matarla. ella, en lugar de resistirse, le suplica que le perdone la vida; le advierte que las Erinias lo castigarán si consuma su crimen. Orestes hace caso omiso a las advertencias de su madre y la mata. Las Erinias se le aparecen de inmediato.
 
Han transcurrido varios años cuando se inicia Las Euménides, la tercera obra. Durante esos años Orestes se ha visto acosado por las Erinias, debiendo permanecer alejado de su patria y del trono de su padre. Su meta es llegar a Delfos, donde espera ser perdonado. Allí lo encontramos en la primera escena de la obra, en la que Apolo le aconseja recurrir a Atenea, diosa de la justicia y la sabiduría. Atenea ordena que se forme un tribunal, compuesto por los hombres más sabios de Atenas. Ante ese tribunal deponen Apolo, Orestes y las Erinias. El número de votos en favor de Orestes iguala a los que le son adversos. Atenea inclina la balanza en favor de Orestes obteniendo así su absolución. En el curso del proceso, las Erinias proclaman obstinadamente que Orestes debe ser castigado. Atenea trata de apaciguarlas proponiéndoles compartir con ellas su poder sobre Atenas y asegurándoles que allí serán honradas para siempre como guardianas de la ley y el orden. Estas promesas y argumentos provocan un cambio en las Erinias, quienes a partir de ese momento se convierten en las Euménides, las «benévolas» que aceptan que Orestes sea absuelto. Orestes regresa a su ciudad natal para convertirse, finalmente, en el sucesor de su padre así se termina la ola de venganzas.
La democracia ha sido fundada. Atenea decreta que a partir desde ese momento los empates deben resolverse en favor del acusado. La misericordia debe prevalecer sobre la severidad.

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